«Hay una grieta en todo, así es como entra la luz» Leonard Cohen
Las manchas son una metáfora de los errores.
Representa las imperfecciones que todos tenemos: defectos, complejos, taras.
Las manchas encarnan nuestras inseguridades y limitaciones, nuestras grietas, fallos y faltas.
Dejamos manchas a diario en nuestros hogares y trabajos, en actividades y pasiones, en nuestras experiencias, en nuestras relaciones. Manchas y salpicaduras, de café, de comida, de pintura, de palabras, manchas en la ropa, en la cara. Huellas en los papeles, en los muebles, en los juegos, manchas en las conversaciones, en los gestos, en los recuerdos.
Manchas que limpiamos a cada rato para purificarnos y sentirnos mejor, pero que vuelven a salir una y otra vez, día tras día.

Las manchas también son despistes que complican, horarios que no cuadran, planes que se desmontan, partes del cuerpo que rechazamos, actitudes que repetimos, proyectos inviables, personas que no son como nos gustaría, camisas que se arrugan, hijos que tienen problemas, objetos que se rompen, papeles que perdemos, recuerdos que olvidamos, padres que envejecen, tachones, lluvias que desbordan, dinero que no llega, cuerpo que no aguanta.
Imperfecciones y grietas de la vida, con las que hemos de aprender a convivir.
Manchas personales que nos ensucian la vida pero al mismo tiempo la única forma de sobrellevarlas es aceptarlas y resignificarlas.
Es importante entender que aceptar las imperfecciones no es en absoluto limitante ni conformista, al contrario, resulta liberador y un alivio (re)conocer las propias manchas, porque es a partir de ahí cuando podemos hacer algo al respecto.
“Somos seres humanos fragmentados que nos vamos consolidando, pero siempre existen grietas. Que logremos convivir con esas grietas es la clave para llegar a ser unos seres, digámoslo así, razonablemente sanos”.
Siri Hustvedt
La mancha aparece en este espacio como concepto de algo imperfecto que surge de manera natural y auténtica, dotándola de una belleza única.
Bella porque es propia.

Silvia Igualador